Sin duda estamos inmersos en lo que se acabará conociendo como la edad del cerebro, un tiempo del que ahora no somos plenamente conscientes, como tampoco lo fueron en el Siglo de Oro o en la época de la Ilustración, pero que entenderemos cuando pasen unos años y tengamos una perspectiva más amplia del tiempo. El conocimiento que estamos adquiriendo hoy, cambiará el mundo para siempre.
Que el ser humano sea un explorador es un hecho que llevamos en el ADN; exploramos todo lo que nos rodea, empezando por nuestro propio planeta y acabando por el Universo. El problema está en que en muchas ocasiones, mientras miramos hacia afuera nos olvidamos de mirar dentro de nosotros mismos, de centrar nuestros esfuerzos en comprender qué somos, cómo nos relacionamos con nuestro entorno y cómo construimos la realidad.
En los últimos años hemos desarrollado tecnologías que nos permiten ver nuestro cerebro en funcionamiento y gracias a ello, tenemos a nuestra disposición herramientas que posibilitan verificar si algunas de la hipótesis que se barajaban sobre el funcionamiento de la mente son o no ciertas.
Partíamos de la idea de que algunas áreas en nuestra cabeza eran responsables de ciertos procesos y que algunos de nuestros actos nacían en lugares concretos de nuestro cerebro, y esto nos llevó a pensar que podríamos hacer un mapa cerebral para conocer su funcionamiento y prever lo que nos sucedería, pero como bien dijo Alfred Korzybski “el mapa no es el territorio” y la práctica está demostrando que el grado de complejidad es tal que distamos mucho llegar a entender los entresijos de tan grandiosa víscera.
El vocablo «Neuro» se ha puesto de moda y lo utilizamos como prefijo de las más variadas disciplinas: creamos términos como NeuroEconomía, NeuroComunicación, NeuroDiseño y el que nos ha traído hoy aquí, el NeuroMarketing, la disciplina que desea entender cómo los seres humanos, en su rol de consumidores, toman las decisiones de compra, por qué eligen un determinado producto y por qué repiten y se fidelizan con una marca convirtiéndose incluso en evangelizadores de esta.
El NeuroMarketing recoge el conocimiento y la tecnología que pone a su disposición la neurociencia para intentar comprender al consumidor, no para manipularlo; el NeuroMarketing no tiene la capacidad real de influir sobre las decisiones de las personas, pero sí busca entender los procesos físicos que subyacen en nuestros comportamientos de compra. El NeuroMarketing puede medir nuestro grado de atención a un determinado estímulo captado por alguno de nuestros sentidos, y también si ese estímulo está provocando en nosotros alguna emoción (recordemos que las emociones son la puerta de entrada a nuestra memoria). Precisamente eso es lo que busca cualquier marca: dejar su sello indeleble en nuestro cerebro para que esa sea nuestra primera opción en el momento en el que sus productos o servicios entren en el terreno de juego de la elección comercial.
En definitiva, el NeuroMarketing no ha hecho sino dar sus primeros pasos; y aunque ya se están estableciendo algunos hitos, todavía queda un larguísimo recorrido por delante para que quienes elijan explorar este terreno tengan ante sí un prometedor futuro y, sobre todo, grandes NeurOportunidades. ¿Quieres aprovecharlas?
En caso afirmativo, introdúcete en este terreno en el próximo seminario sobre Neuromarketing que impartirá Roberto Pérez Marijuán en IEBS. ¿Qué técnicas son las más efectivas? ¿cuál es la mejor vía para llegar a los clientes? Apúntate y descubre las respuestas a éstas y otras preguntas. ¡Inscríbete en el anterior enlace!
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Índice de contenidos
Gracias por el artículo Roberto,
Soy antiguo alumno de tu curso (me encantó), te dejo
5 secretos (consejos prácticos) sobre cómo llamar la atención del cerebro reptil,
te resultarán graciosos y puede que útiles para algunos lectores
https://www.facebook.com/clientiab2b/posts/955938371116319?
Un saludo y feliz sábado a tod@s