La inteligencia artificial ya no es terreno exclusivo de tecnólogos y startups. Bancos, hospitales, universidades y administraciones públicas la están integrando en su día a día. En este contexto, la Unión Europea ha aprobado el AI Act, la primera ley integral del mundo que regula la inteligencia artificial. Su objetivo: garantizar seguridad, transparencia y derechos fundamentales en el uso de esta tecnología.
Pero, ¿qué implica en la práctica para las empresas? Este artículo busca responder esa pregunta con un enfoque didáctico y claro ¡sigue leyendo!
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¿Qué es el EU AI Act?

El EU AI Act es el marco regulador aprobado en 2024 que establece normas comunes para el desarrollo, despliegue y uso de sistemas de inteligencia artificial en la Unión Europea. La ley clasifica los sistemas de IA según el nivel de riesgo que representan para las personas y define obligaciones proporcionales a ese riesgo.
Su relevancia es doble: por un lado, protege a los ciudadanos europeos frente a usos dañinos de la IA. Por otro, crea un estándar global que puede inspirar regulaciones en otros mercados, del mismo modo que ocurrió con el GDPR en materia de protección de datos.
Niveles de riesgo: el corazón de la regulación
El AI Act no prohíbe la inteligencia artificial, sino que la regula según su impacto potencial. La clave está en su clasificación por niveles de riesgo:
- Riesgo inaceptable: sistemas prohibidos, como la manipulación cognitiva masiva o el scoring social de ciudadanos.
- Alto riesgo: aplicaciones en sanidad, transporte, educación, justicia o recursos humanos. Deben cumplir requisitos estrictos de transparencia, auditoría y supervisión humana.
- Riesgo limitado: sistemas como chatbots o generadores de contenido. Obligación principal: informar claramente al usuario de que interactúa con IA.
- Riesgo mínimo: la mayoría de usos cotidianos (filtros de spam, recomendaciones de productos). No requieren obligaciones adicionales.
Este enfoque evita frenar la innovación, pero obliga a elevar el listón cuando la IA afecta a derechos fundamentales o seguridad.
Ejemplos prácticos para entender el AI Act
Veamos algunos ejemplos de cómo se traduce esta clasificación en situaciones concretas:
- Un hospital que usa IA para diagnosticar enfermedades entra en la categoría de alto riesgo y debe garantizar trazabilidad de datos, supervisión humana y registro ante autoridades.
- Un banco que aplica IA para conceder créditos también se considera alto riesgo, al incidir en oportunidades económicas de las personas.
- Una empresa de e-commerce que utiliza recomendaciones personalizadas trabaja con riesgo limitado y debe informar a los usuarios de que el sistema está basado en IA.
- Un desarrollador de videojuegos que aplica IA para mejorar la experiencia gráfica opera en riesgo mínimo y no requiere obligaciones extra.
Fechas clave y calendario de aplicación
El AI Act ya está en marcha, pero su aplicación se desplegará en fases:
- Agosto 2025: entran en vigor las primeras obligaciones de transparencia y gobernanza.
- 2026: requisitos completos para sistemas de alto riesgo.
- 2027: plena aplicación y sanciones equivalentes al GDPR (hasta el 6% de la facturación global).
Esto significa que las empresas deben empezar a adaptarse ya, aunque su sector aún no sienta presión directa.
Checklist de cumplimiento para tu empresa
Si trabajas con inteligencia artificial en tu negocio, estas son las preguntas que debes responder hoy:
- ¿Qué tipo de sistema de IA utilizo y en qué nivel de riesgo encaja?
- ¿Tengo mecanismos de supervisión humana sobre las decisiones críticas?
- ¿Puedo auditar y explicar cómo funciona mi modelo?
- ¿Informo claramente a los usuarios de que están interactuando con una IA?
- ¿He evaluado el impacto ético y social de la solución que aplico?
Responder a este checklist no solo reduce riesgos legales: refuerza la confianza de clientes, inversores y empleados.
El EU AI Act inaugura una nueva etapa en la relación entre tecnología, negocios y sociedad. Más que un obstáculo, es una oportunidad para diseñar proyectos de inteligencia artificial con criterios de confianza, ética y sostenibilidad. Y como ocurrió con el GDPR, quienes se adapten antes tendrán ventaja competitiva.
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