Ellas 2.0 es una comunidad viva. Sólo hace falta entrar en su web para darse cuenta de que esta asociación de mujeres emprendedoras no para en su afán por impulsar el papel de la mujer en el mundo de los negocios.
Su objetivo es impulsar la creación de negocios de base tecnológica por parte del colectivo femenino, para generar una potente red de mujeres emprendedoras capaces de liderar el cambio social y convertirse en profesionales independientes e imprescindibles para construir un mundo mejor.
Charlamos con Patricia Araque, presidenta y cofundadora de Ellas 2.0, que nos habla de los motivos por los que nació esta idea y de su experiencia como mujer dentro del mundo emprendedor.
Patricia, te defines como una emprendedora a tiempo completo ¿Es fundamental tener esta pasión para que un proyecto propio salga adelante?
Tienes que creer firmemente en tu proyecto lo primero y después asumir las consecuencias buenas y malas del estilo de vida que trae consigo el emprendimiento. La pasión es uno de los elementos que te mantienen a flote en el camino.
Como explicábamos, eres presidenta de Ellas 2.0. ¿En qué momento y en base a qué necesidad nació vuestra comunidad?
Begoña de Miguel (la otra co-fundadora de Ellas 2.0) y yo nos conocimos en el Programa Lidera de la Comunidad de Madrid a principios de 2008. Retomamos el contacto a finales de ese año a través de Facebook y a partir de ahí empezamos a detectar la escasez de mujeres viendo la tecnología como una oportunidad de negocio más que como una herramienta. A lo largo de 2009 conozco a Shaherose Charania, CEO de Women 2.0, nuestra organización hermana en San Francisco, quien me invita a conocer el proyecto de cerca. Hay un antes y un después de ese viaje a Silicon Valley. El después es la puesta en marcha de Ellas 2.0 a finales de 2009.
¿Crees que la mujer todavía está algo desamparada dentro del mundo de los emprendedores? ¿Cómo intentáis potenciar su papel?
No, sinceramente no creo que estemos desamparadas, contamos con las mismas oportunidades, ventajas y dificultades que cualquier hombre. Es una cuestión que tiene que ver con la no existencia de referentes femeninos en este ámbito y con una falta de visibilidad y redes profesionales que te ayuden en la puesta en marcha de tu proyecto. Nosotras intentamos sacar a las emprendedoras de su aislamiento con eventos de networking, acercarlas al mundo de la inversión y mostrarles consejos y experiencias de éxito de otras mujeres que ya se atrevieron a dar el paso.
Ellas 2.0 es un gran proyecto en el que se nota que habéis puesto mucho esfuerzo. ¿Qué acciones lleváis a cabo para materializar toda esa implicación?
Ahora mismo ponemos en marcha un evento importado desde San Fracisco los primeros viernes de cada mes en Madrid y Barcelona, Founder Friday. También organizamos reuniones privadas entre inversores y emprendedoras, nuestras Investor&Entrepreneur Roundatbles y una iniciativa en colaboración con Wiseri en la que los participantes pueden encontrar socios para su proyecto, Foundersmeet.
Una de vuestras acciones estrella es «Ellas Van», una actividad de networking itinerante. ¿Qué buscáis con esta iniciativa y qué feedback estáis consiguiendo?
Con Ellas Van pretendemos animar a las emprendedoras a acudir a eventos que cuentan con mayoría de público masculino, equilibrar los auditorios y acercarlos a lo natural (somos el 50% de la población). Llegamos a acuerdos con los principales eventos del sector para conseguir incrementar la presencia femenina en ellos.
Emprendedores y tecnología son dos elementos en los que se basa nuestra escuela de negocios. ¿Crees que la combinación entre ambos transformará el concepto tradicional de negocios? ¿O ya lo está haciendo?
Nosotras creemos que los emprendimientos de base tecnológica tienen y seguirán teniendo cada vez un peso mayor en la economía mundial. Necesitaremos que sigan existiendo negocios con modelos tradicionales, pero las mujeres no podemos volver a quedarnos fuera de este cambio paradigmático que ha traído consigo nuevos modelos. Es el momento de subirse a ese tren, es una cuestión de responsabilidad personal, pero también de responsabilidad de género.